Hugo M. Delgado A. Periodista. Artículo publicado el 7 de mayo 2023 en www.venezuelausa.org
Ese lunes 1 de mayo de 2023, emulando a Hugo Chávez, el presidente de Colombia, Gustavo Petro se asomó en una ventana del Palacio de Nariño en la capital Bogotá, buscando oxígeno político, “bañándose de pueblo”. Pero la gran marcha financiada por las distintas dependencias de su gobierno no dio los resultados esperados. Esta vez “el balcón del pueblo” (emulando al de Miraflores) sirvió para “echarle leña al fuego” de la violencia y la anarquía que se avecina en el país.
En el palacio presidencial Miraflores de Caracas, Chávez, un día se asomó a uno de sus ventanales y lo bautizó “balcón del pueblo”, prometió que esa sede, refugió de la oligarquía, ahora tendría las puertas abiertas, para que los excluidos lo visitara. Años después, los venezolanos ni siquiera pueden acercarse porque está totalmente acordonado por barricadas militares. Una muestra de la desconfianza, divorció y rechazo que la nueva nomenclatura rojita tiene con la población.
Unos pocos trasnochados fanáticos y funcionarios pagados, gritaban consignas de los años 60 del siglo pasado, otros portando boinas negras con una estrella, a lo genocida Che Guevara, gritaban en favor de las reformas a la Salud y Pensional, repetían como loritos que “favorecían al pueblo”, desconociendo la mala experiencia del ineficiente y corrupto seguro social que ahora Petro quiere reivindicar, ocultando el macabro objetivo de “echarle mano” a los fondos que le garanticen el clientelismo político y la corrupción de sus “amigos”, para así perpetuarse en el poder directa o indirectamente. Ya el despilfarro y los negocios de sus allegados comienzan a sonar, en especial con la resentida vicepresidenta, Francia Márquez, que ahora se traslada a su casa en helicóptero.
Ese 1 de mayo, el aliado político y económico de Nicolás Maduro, al ver la triste concurrencia, hábilmente lanzó sus dardos para que la prensa -irreflexiva - le hiciera la comparsa y los proyectara nacional e internacionalmente. Habló sobre una “revolución si no aceptaban las reformas”, de su posible reelección (aunque las encuestas lo muestran cuesta abajo), evocó al diálogo directo con el pueblo (?) y reafirmó la ruptura con los pactos que lo llevaron a la presidencia.
“Nadie aprende en cabeza ajena”, dice el viejo refrán popular. Una Colombia resentida, violenta y con sectores vengativos, no vio lo que pasó en Venezuela. Muchos analistas lo advirtieron, pero los votantes se encargaron de llevar a Petro al poder, quien hábilmente se disfrazó de oveja, como dice el profesor de economía de la Universidad del Zulia, Rafael Portillo, y ahora esa piel engañosa se la está quitando poco a poco, para, al final, mostrar su verdadera naturaleza de lobo.
Desde su victoria el 19 de junio de 2021, Portillo advirtió que “Colombia enfrentaría una verdadera prueba de su institucionalizad democrática”. Pues la situación resultó así. “Las hachas de guerra” se sacaron, los rostros se descubrieron, las verdaderas intenciones comenzaron aflorar. Ahora la incertidumbre comienza afectar la vida nacional y eso se siente en la fuga de capitales y la merma de la actividad económica.
Aquellos pactos que sirvieron para darle la oportunidad a la izquierda de gobernar Colombia, y quitarle presión a la sociedad que vivió la violencia de 2019-2020, comenzaron a derrumbarse. Los caciques que dominan la política nacional ya toman distancia de Petro, por sus intenciones de concentrar el poder, tal como lo hizo Hugo Chávez a principios del siglo XXI, y manejar al país a su antojo.
Igual que los fondos de pensiones y los ingresos petroleros, la intención del Petro no es mejorar las experiencias existentes, por ejemplo, con las EPS el objetivo es imponer su modelo de control absoluto en el sistema de salud; igual se persigue con los fondos de pensiones. Como todos los gobiernos de izquierda, la mentalidad es generar dependencia de las subvenciones, sin garantizar el origen de las recursos para financiarlos.
Con su actitud arrogante y de sabelotodo, Petro vende propuestas ambientalistas descontextualizadas, que en nada favorece a un país necesitado de ingresos para impulsar el desarrollo económico, la inclusión de las grandes masas empobrecidas y la creación de un sistema de bienestar social fundamentado en la generación de verdadera riqueza.
La arenga desde el “balcón del pueblo colombiano” es una muestra de un radicalismo que llegó pronto. Ahora, Petro trajo a sus cómplices de su gestión ineficiente y corrupta en la Alcaldía de Bogotá. Sin pactos que lo aten a compromisos con partidos de distintas tendencias, ahora tendrá una sola voz: la suya. Lo grave en esta nueva fase es que “los demonios se desataron”.
La violencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Clan de Golfo, se une al esquema de inmovilidad de la fuerza pública y el apoyo a grupos insurgentes como la primera línea ( la versión de los círculos bolivarianos en Venezuela y los grupos de choques en Cuba y Nicaragua). Esta situación comenzó hacer efectos en el país, impulsando la sensación de inseguridad y de inestabilidad que influyen en el inversionista y el ciudadano común.
Su política exterior es contradictoria. Mientras su paz total no camina en Colombia, ahora se convirtió en el canciller del régimen de Nicolás Maduro. Un analista político comentó que el interés de fondo “son los negocios petroleros, a ellos no les importa ni la revolución ni el pueblo”, esa es la misión del inestable embajador en Caracas, Armando Benedetti, quien tiene varias averiguaciones abiertas por la Fiscalía General. Por esta razón, Petro está impulsando la eliminación de las sanciones económica que impuso Estados Unidos de América, para que se “”abran los caminos de los business”.
La defensa de los intereses del régimen chavista, por parte de Petro, no tiene sustento. Con base en mentiras y desconociendo la realidad de Venezuela, aduce que la pobreza y la crisis humanitaria son producto de las sanciones de EUA(2019), lo cual es mentira. El economista de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, decía en abril de 2020: “Estamos hablando de una contracción de casi el 70 por ciento entre 2013 y 2019.
Más allá del registro del Producto Interno Bruto (PIB), decía Oliveros, esa caída tiene ramificaciones hacia abajo: Un empobrecimiento acelerado de la población; destrucción de riqueza, de capital, tanto en el sector privado como en la industria petrolera”. Para 2023, dice, hay un frenazo de la economía, “estamos observando una desaceleración e incluso caída en diferentes indicadores”. Ya en 2019, la BBC (19-08-2019) señalaba que el país estaba quebrado “El PIB se ha contraído en más del 15% al año desde 2016 y La hiperinflación alcanzó 10.000.000% en 2019”.
Pocos hablan de la fuga de miles de millones de dólares, vía corrupción, expresados en más de 7 mil apartamentos, que según el New York Times, tienen los venezolanos en Madrid, entre ellos el zuliano Nervis Villalobos, brazo derecho del expresidente de Pdvsa, Rafael Ramírez.
El balcón del Palacio de Nariño es una muestra de la sincronización de intereses ideológicos y económicos que ahora tienen ambos países, tal como lo indican los lineamientos del Foro de Sao Paulo. El llamado a la reunión en Brasilia el próximo 30 de mayo, por parte del corrupto mayor latinoamericano, el presidente de Brasil, Ignacio Lula da Silva, no es más que una intención de retomar el control de la región y enfilar a los gobiernos aliados con los intereses de China y Rusia.
Lo cierto es que la pobre gestión de los gobiernos izquierdistas de Colombia y Venezuela, así como sus otros aliados, muestra un continente relegado en materia de desarrollo y estabilidad institucional, corrupto y con tendencias autócratas, en detrimento de las democracias. Sus éxitos solo fueron un espejismo producido por las bonanzas de las materias primas, que les permitieron robar, subvencionar y tapar sus ineficiencias; actualmente la tecnología, en espacial las Inteligencia Artificial, acentuó la desigualdad mundial y se observa, en la región, las limitadas oportunidades que tienen para avanzar en materia de desarrollo económico y bienestar social.
Ahora el “balcón del pueblo dos” servirá para seguir echándole gasolina a una candela de impredecibles consecuencias. De eso vive la izquierda, de la violencia, la anarquía, la corrupción y la miseria.
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