Hugo M. Delgado A. Periodista. Fotografía: Gustavo Baüer. Artículo publicado en www.venezuelausa.org
El lobo de los venezolanos es el mismo venezolano. Las secuelas de los 24 años del régimen fundado por el teniente coronel Hugo Chávez, han dejado atónito a más de uno por la descomposición social, política y económica generada, en una "revolución fetichista” que solo ha favorecido a la nomenclatura que controla el poder.
Lo visto en la “oposición”, en su despiadada pugna de cara a las elecciones primarias, muestra un sinfín de aristas en las que los valores no existen. Solo muestra la confluencia de intereses personales, sin importancia alguna en recoger los sentimientos de las mayorías agobiadas por insostenibles condiciones inhumanas que a los monopolizadores del poder poco les importa.
En el exterior, a grandes sectores de la diáspora los valores también se le perdieron. La crítica en las redes sociales y medios controlados por “comunicadores sociales” contra ciertos grupos que han emigrado hacia Estados Unidos de (EUA) son denigrantes. A estos puritanos venezolanos se les olvida que el solo hecho de tomar la decisión de cruzar la peligrosa selva del Darién es refleja del grado de desespero y pérdida total de la esperanza sobre el futuro del país.
Familias completas con niños, incluso, realizan la intrépida travesía, sin importar el riesgo de sus vidas. Las organizaciones, analistas, políticos, etc, critican la consecuencia pero no enfatizan en el origen del problema, y en una abierta complicidad con el régimen genocida y corrupto de Nicolás Maduro, piden la eliminación de las sanciones o, como asombrosamente ocurrió recientemente cuando dos relatores (la bielorrusa Alena Douhans y el ugandés Livingston Sewanayana) de Organización de las Naciones Unidas, solicitaron la liberación del rey del Clap, el hambreador de los venezolanos, el barranquillero Alex Saab. Como si el saqueo del chavismo no fuera un crimen y es la causa de la crisis humanitaria que vive la nación.
Sobre este asunto, la periodista española, Salud Hernández, al responderle a uno de los abogados defensores de Saab, que llegó al cinismo de decirle que debía limpiar el honorable nombre de su defendido, escribió (Semana 30-09-2023): “ Apropiarse de decenas de millones de dólares –de ahí la inmensa fortuna de Alex Saab– y ayudar a presuntamente lavar cientos o miles más de los dineros robados al erario, son delitos de extrema gravedad. Y no tanto por ser un ladrón de altos vuelos, sino porque contribuyó a despeñar a Venezuela por el abismo de la miseria y la tiranía”.
La distorsión en Venezuela es tan grande que lo malo parece bueno, y quienes la saquearon y arruinaron ahora son honorables Para la elitista clase inmigrante venezolana, quienes están llegando a EUA no son dignos representantes del país. Son un bochorno o como dicen los jóvenes, “son un rayón” .
Nada dicen -por ejemplo- del contratista Iván Rodríguez Gelfenstein, investigado por la Red de Control de Delitos Financieros, cuyo informe “recalcaba que, por si fuera poco, los orígenes de su fortuna eran dudosos. Su firma, LGT, vendió comida importada al Gobierno venezolano, gracias a los vínculos de sus hermanos, Mauricio, (antes viceministro de Asuntos Exteriores del presidente Nicolás Maduro", y Juan el diplomático del régimen (armando. Info 14-07-2021). Ahora el odontólogo vive en sus fincas de caballos pura sangre en Ocala-Florida, disfrutando su gran fortuna, luego de haber recibido contratos con el gobierno, favorecido por sus vínculos familiares con la nomenclatura y con los hermanos Morón Hernández, socios de Nicolasito.
Al igual, otro digno inmigrante venezolano, residenciado en las afueras de Miami, es Alejandro Ceballos Jiménez, quien también es investigado por las autoridades bancarias de EUA, porque “durante el gobierno de Chávez, ganó decenas de contratos para construir escuelas, plantas de tratamiento de agua y otros proyectos, como la renovación del Poliedro de Caracas”. A estas obras se le añaden contratos por 116 millones de dólares para la gran misión vivienda, es considerado uno de los 7 magnates que se enriqueció por esta vía.
Este par de honorables, al igual que muchos familiares y enchufados que emigraron desde la primera década del siglo XXI, sí son dignos representantes de la comunidad de venezolanos en EUA. Claro está que entre quienes huyen de Venezuela hay buenos y malos. Muchos salen escapando de la pobreza, buscando un mejor futuro por eso se llevan sus esposas y niños, otros han dejado sus propiedades, incluso empresas, para escapar de las extorsiones y detenciones arbitrarias desatadas por los cuerpos de seguridad ( tienen evidencias que demuestran que es así), incluso hay casos de asesinatos de familiares y amigos.
A los comunicadores sociales radicados en Florida, principalmente, hay que enfatizarles que en su rol profesional deben investigar las causas de la decisión tomada por muchos inmigrantes que han llegado a trabajar y ayudar a sus familias atrapadas en una Venezuela que no sabe para donde va. Hay un caso de un funcionario de seguridad que huyó dejando a su familia en peligro porque el alcalde chavista con el que trabajaba tenía vínculos con la delincuencia organizada que controlaba las extorsiones, el sicariato y el narcotráfico en su municipio.
Jóvenes sin futuro, dejaron sus estudios porque el sistema educativo está destruido o las condiciones económicas eran limitadas, incluso delinquieron, huyeron a EUA buscando el sueño americano a todo riesgo. Ahora trabajan como nunca lo habían hecho y asumieron las responsabilidades jamás asumidas.
Es inhumano escuchar cientos de relatos de las penurias vividas en la travesía desde Venezuela hasta la frontera entre México y EUA, es la lección extrapolada de quienes saltaron o murieron en el intento de saltar el Muro de Berlín o atravesar el estrecho entre Cuba y Florida. Es la constante histórica del hombre buscando nuevos y mejores horizontes, es la consecuencia del mundo creado por la cultura masiva norteamericana, que ya en marzo de 1990, el catedrático Joseph Nye, anunciaba que este país era al que más aspiraban vivir los pobladores del mundo.
Muchos de los abanderados de la oposición que critican la realidad venezolana fueron cómplices de su deterioro, antes de la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999. Hoy discuten la crisis nacional como si ellos no fueran corresponsables. En este grupo hay políticos, empresarios, comunicadores sociales, empleados públicos irresponsables y corruptos, que empujaron al país, sin estupor alguno, hacia el precipicio en el cual cayó. Por eso no pueden lanzar ni una piedra a quienes están huyendo buscando un mejor futuro, “el sueño americano”.
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