Hugo M. Delgado A. Periodista.
Comentaba el periodista zuliano y hoy decano de la Facultad de Comunicación de la Sharjah University, Jairo Lugo, que el destino de la democracia, tal como se conoce hoy, no está garantizado. La aparición de fenómenos sociales y políticos de distintas características, hace cuestionable su vigencia, su futuro se torna cada vez más cuestionable.
Es así como esa gran apertura que conlleva la libertad, la verdad y la participación social en la selección de sus gobernantes y la toma de decisión, como fundamentos, ha ocasionado “anarquía, autocracias y dictaduras”, como lo escribió Fernando Savater ( 22-05-2023), aduciendo que tomando a la democracia como fuente de legitimidad llegan al poder y luego se vuelven contra ella.
Pero esa degradación de estados superiores a inferiores tal como se observa en las democracias occidentales, escribió la filósofa británica Lindsey Porter (BBCMundo 6 de febrero de 2021) luego de analizar La República de Platón, puede contrarrestarse con el fortalecimiento de las instituciones y la constitucionalidad.
Según el pensador griego, en su obra escrita en el 2400 A.C., el concepto “gobierno del pueblo” genera riesgos en el momento de escoger a sus gobernantes. Su obra explica la evolución de la Aristocracia, Oligarquía, Democracia y Tiranía, una percepción que se evidencia en la actualidad cuando se observa como los autócratas y tiranos utilizan las ventajas democráticas para llegar al poder y luego de conquistarlo socavar sus bases.
Porter destaca conceptos como “las libertades a cualquier precio”, planteadas por Platón, que generan excesos de puntos de vista, diversificación de los intereses particulares y grupales, propicia un “terreno fértil” para que quienes ostentan el poder caigan en la corrupción y la histeria colectiva, la pérdida de “la fe y la atrofia de la autoridad”, acciones que propician la aparición de demagogos, cultivadores de miedos, y falsos profetas.
A pesar de la presencia de varios elementos que determinan las dudas sobre la democracia, Porter cita que la presencia de las instituciones y los marcos legales que tiene el mundo del siglo XXI pueden marcar la diferencia.
El filósofo y escritor, Fernando Savater (22-05-2023) dice que “ningún pueblo es democrático por naturaleza”; la democracia es una opción que una sociedad escoge, tal como se observa en Latinoamérica, sucedió con Hugo Chávez y Nicolás Maduro (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador), Daniel Ortega (Nicaragua), o Europa con Adolfo Hitler (Alemania) y Vladimir Putin (Rusia). Estos personajes llegaron al poder por la vía democrática y luego la socavaron, hasta convertirse en autócratas o dictadores.
Savater enfatiza en la importancia que tiene en las sociedades la tradición y los factores de la modernidad, señalando que “sin pasado no hay futuro”, más cuando son las instituciones sociales son las que soportan a una “nación”. Citando a la pensadora Hanah Arendt enfatiza en la importancia que tiene, para el orden democrático, las instituciones y la constitución, lo que propicia la reducción de la desigualdad, la innovación y romper con los factores adversos.
Sobre este último comentario, el exsecretario de Estado, Henry Kissinger (1973-1977), en una entrevista a The Economist ( 18-05-2023) declaró que los líderes democráticos deben renovar la cultura política y ser más pragmáticos para asimilar la realidad de hoy y su diversidad, buscando impregnar de fe a sus países y sus sociedades. Igualmente, al referirse a la conflictividad -por ejemplo- de Ucrania-Rusia y los conflictos palestino-israelí y chino-norteamericano, y de la marcada tendencia hacia un mundo destructivo con marcados intereses de poder, la dirigencia debe buscar la “cohabitación”, basada en el realismo, la visualización de lo peligros y la búsqueda de soluciones moderadas y equilibradas.
Kissinger advierte sobre los efectos de los medios de comunicación, las redes sociales y la tecnología, especialmente de la Inteligencia Artificial, observación que también hace el historiador israelí, Yuval Noah Harari y los efectos que están teniendo sobre factores democráticos como la verdad (uno de los pilares que fundamentan la toma de decisión), la incidencia en la elección de representantes y en la convivencia social.
La creciente desigualdad social afecta a la democracia occidental que había mejorado sus números al reducirla, pero ahora la tendencia se ha revertido. Por ejemplo, en la época de la pandemia Covid-19, la concentración de riqueza se acentuó con las ganancias obtenidas por las empresas de tecnología que dominan el mercado mundial como Apple, Microsoft, Amazon, Facebook/WhatsApp y Google.
Al no cubrir las expectativas de las mayoría desfavorecidas, la democracia pierde credibilidad. En Latinoamérica ese fenómeno se determina en los cuadros jóvenes y los más desfavorecidos de la población cuyo interés es emigrar hacia Estados Unidos de América y Europa, o probar periódicamente con opciones presidenciales de derecha o izquierda.
En otras latitudes, y es la inquietud del investigador Jairo Lugo, el sistema democrático está produciendo otros modelos de gobernanza con demagogos o líderes que han degenerado -por un lado- en personajes corruptos, genocidas e incompetentes, y en otros -que asumiendo practicas que han violado la constitución y las instituciones- han tenido resultados aceptados por las mayorías, como es el caso de Nayib Bukele en El Salvador, Recep Tayyip Erdogan Turquía o el milagro de Singapur realizado por Lee Kuan Yew (1923-2015).
La misma naturaleza abierta de la democracia, nutrida por siglos de desarrollo de la humanidad, ha generado modelos contradictorios; sin embargo, el investigador de la Universidad de Oxford, Paul Collier, (30-04-2023) dice que sus resultados históricos son mejores que los sistemas autócratas y dictatoriales; cita el caso de los países escandinavos exitosos en su agenda de inclusión, productiva y de bienestar social, que marcan el camino del deber ser y la oxigenan, en abierta contradicción con la polarización y la tensión generada por la anarquía y el desorden del mundo de hoy.
El muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989 sin hacer un tiro, una caída que enterró el dogma del comunismo, pero que no selló el fin de la historia como lo pronosticó Francis Fukuyama. Mientras, la democracia en la última década del siglo XX y las dos del XXI cobijó la diversidad ideológica y los avances tecnológicos, llamados a democratizar el ecosistema digital para beneficio de la humanidad, tendencia de inclusión que también generó la polarización, anarquía, desigualdad y pérdida del rumbo de muchos líderes llamados a defenderla.
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