domingo, 29 de enero de 2023

Héroes silentes


Texto y fotos: Hugo M. Delgado A. Periodista.

Usaba muletas porque tenía amputado uno de sus pies. En las peligrosas selvas del Tapón del Darién, una culebra venenosa lo mordió, sin atención médica el resultado era predecible: lo perdió. Al llegar al primer puesto de atención humanitaria instalado en Panamá, el personal médico no tuvo más remedio que cortarlo para salvarle la vida.

Cuenta Carlos Montejo, un venezolano radicado en Panamá hace varios años, que al conversar con este héroe silente, nacido en Caracas, le narró lo ocurrido. Así como la de él, conoció otras tantas historias de los miles de venezolanos que realizaron, en 2022, el periplo desde Colombia hasta México, pasando por el Tapón del Darién. “Atravesaron el país, muchos caminando con sus familias, superando obstáculos migratorios, que se derrumbaron porque la situación se les salió de las manos, y apoyados por algunas “almas bondadosas” y organismos humanitarios, realizaron la odisea”.

Frontera comercial Panamá-Costa Rica

Al final de la conversación, le preguntó qué iba hacer con la limitación física que tenía dado el difícil camino que le esperaba hacia Costa Rica y luego a México.  Le contestó enfáticamente: “Yo voy pa´ lante mi hermano, a mí no me para nada ni nadie, voy a llegar a Estados Unidos”. Una aventura que se ha llevado a decenas de venezolanos que murieron por cumplir el sueño americano, como ocurrió con el miembro de la comunidad de la Universidad del Zulia, Larry Bastidas Guanipa, el 8 octubre de 2022.

¿Qué fuerza impulsó a los más de 170 mil venezolanos en su empeño por llegar a EUA? ¿Será acaso la advertencia que hacía Joseph Nye en marzo de 1990 relacionada con el atractivo mundial de querer vivir en ese país, dada la apertura étnica de su cultura y la atracción política hacia los valores democráticos, condiciones de vida e influencia de los medios masivos incluyendo el cine y la televisión?

Cuenta Montejo que antes del cierre de la frontera ordenado por el gobierno de Joe Biden, en el Paso Canoas, en la frontera entre Panamá y Costa Rica, los niños venezolanos andaban desnudos en las calles, los adultos pedían comida, agua, pañales o medicamentos, dormían en las aceras, con ropas y botas sucias del barro que muchos traían desde la selva. Habían caminado varios días por las carreteras que unen las provincias de Darién y Chiriquí. “Las colas eran interminables”. “A muchos apoyé con lo que puede, era inhumano lo que estaba ocurriendo”.

Paso Canoas en la frontera de Costa Rica.

Pero no solamente son venezolanos los que transitan por Centroamérica; en ese peregrinar desde el Tapón del Darién los acompañan –principalmente- cubanos, haitianos, colombianos, ecuatorianos y peruanos. Es un asunto delicado porque la estampida en Venezuela comenzó con la llegada del chavismo hace 23 años, y fue con la crisis económica, política y social agudizada por el régimen de Nicolás Maduro, que la cifra de inmigrantes se incrementó hasta superar los 7,5 millones, según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Con el cierre de la frontera México-EUA, ordenada por la administración Biden, el flujo de inmigrantes venezolanos disminuyó, ya antes la decisión del gobierno de Andrés López Obrador (gran aliado del régimen de Nicolás Maduro) de exigir visa había impactado el volumen. Sin embargo, la presencia de mafias traficantes, conocidas como “los coyotes”, siguen operando. Ahora hay nuevas modalidades para cruzarla.

Aún con las trabas colocadas por los distintos gobiernos de Centroamérica, México y EUA, todavía el flujo –en menor volumen- persiste. Al albergue de Paso Canoas (Panamá) aún llegan venezolanos y en sus calles se observan –principalmente- familias haitianas, en situaciones precarias. La frontera sur de EUA durante décadas ha sido permeada por los “espaldas mojadas” que laboran en distintos sectores económicos de California, Texas, Nuevo México y Arizona, incluso ya existen hijos de ilegales nacidos en Norteamérica.



Albergue en Paso Canoas-Panamá

La situación económica unida a la desesperanza de la juventud –principalmente profesional- estimulan la decisión de emigrar, dejando sin futuro a sus respectivos países. El haber montado sistemas democráticos sobre estructuras desfasadas, coercitivas y corruptas, generaron la desconfianza y las crisis social, política y económica que caracteriza a gran parte de Latinoamérica, advertía un informe militar en 1990 (Revista Military Review marzo-abril 1990).

En el caso Venezuela las opciones de cambio son mínimas, luego de un empobrecimiento sostenido, crisis económica, deterioro de la calidad de vida y unas conversaciones impulsadas por el gobierno de Joe Biden, que dejan poco espacio para una esperanza de mejoramiento, más cuando el informe preparado por el Centro de Estudios Wilson Center (28-01-2023), titulado Venezuela en 2023 y más allá, trazando un nuevo curso, indica que las conversaciones de México “probablemente no producirán una transferencia rápida de poder de parte de Nicolás Maduro y su séquito”, ni acabarán pronto con los “profundos resentimientos” en el país, ni generarán “un alivio económico inmediato”.

Abraham Lowenthal, experto en transiciones democráticas del Wilson Center, advierte que “no existe otro lugar en el que la ayuda humanitaria, los derechos humanos, las cuestiones electorales, la reinstitucionalización y la recuperación económica puedan abordarse de forma conjunta”. Asegura que muchas transiciones negociadas en conflictos y autoritarismos en el mundo “tomaron años en lograrse” y dice que son comunes los pasos hacia atrás, y que se requiere “paciencia estratégica y persistencia”.

Si esto es así, la pobreza no espera. El desangramiento humano de Venezuela no se detendrá. Aunque el régimen desarrolla una estrategia propagandística mostrando una “normalidad” y un “retorno a la patria”, como sus banderas de éxito, lo cierto es que mientras no exista inversión, productividad, mejoramiento en el bienestar de la población y respeto a los derechos humanos, esas palabras serán huecas.

Las últimas arremetidas del régimen para controlar las ONG, las acciones para infundir miedo a los medios de comunicación, los periodistas y todo aquel que piense diferente a la nomenclatura; los bloqueos digitales a periódicos críticos, la presión a los opositores y las constantes amenazas de romper las conversaciones en México si no se cumplen los mandatos del chavismo, difícilmente se normalizará la situación del país.

En medio de la desesperanza, los héroes silentes seguirán caminado por las carreteras centroamericanas, continuarán ocupando las calles de las ciudades colombianas, persistirán en ingresar ilegalmente a EUA, como ya está ocurriendo, o pidiendo asilos humanitarios en Europa. Un peregrinar que solo busca encontrar el futuro perdido, que “nada ni nadie para”, como lo decía el caraqueño de esta historia. 

*En homenaje a mi amigo Larry Bastidas Guanipa, sepultado en el cementerio natural del Darién, en octubre 2022, su cuerpo nunca fue encontrado.

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