domingo, 12 de marzo de 2023

Censura digital y realidad

Hugo M. Delgado A. Periodista. 

Tres artículos relacionados con las andanzas del régimen, plasman la situación de la Venezuela monopolizada por Nicolás Maduro y su nomenclatura roja. Dos del diario El Nacional, informando sobre la detención temporal de su jefe de Redacción, José Gregorio Meza, por parte de la fiscalía y el CICPC, y la averiguación contra cuatro periodistas más, entre ellos, Carolina Briceño que huyó hacia Colombia.

La otra, está relacionada con la reproducción de un artículo de su portal aliado, armando.info, referente al negocio de la venta de gas, a través del gasoducto Antonio Ricaurte, que realizaría una empresa en Venezuela (Prodata Energy) a otra en Colombia (Energy Transition), cuyos propietarios son los mismos (Bernardo Arosio Hobaica y Jorge Jara Salas).

El otro artículo, es un trabajo de la periodista y abogada, Thays Peñalver, titulado Las cinco muertes de Hugo Chávez, publicado en www.morfema.press (5-03- 2023), cuyas profundas reflexiones dimensionan el daño causado a los venezolanos, durante 23 años, por ese mamotreto llamado “socialismo del siglo XXI”, liderado por el difunto teniente coronel, y ahora por Nicolás Maduro.

Cada 12 de marzo, el mundo celebra el Día contra la censura en Internet, en Venezuela existen innumerables casos de bloqueo a sitios informativos, que por una u otra causa son vetados y hackeados por el régimen. Es pertinente evocar a las dos primeras informaciones porque se demuestra las condiciones de amenaza permanente en contra de la libertad de expresión, un principio de la democracia vulnerado por el régimen de Maduro, que progresivamente ha destruido a la república y sus cimientos, como dice el doctor en Ciencias, Luis Pérez Oramas (Prodavinci, 5 de marzo de 2023).

La rapidez con la que ocurren los hechos en Venezuela les impide dimensionarlos. A la detención de los periodistas de El Nacional, le antecede un trabajo realizado sobre las andanzas de dos socios del hijo de Maduro, Nicolás Maduro Guerra: Ricardo y Santiago Morón Hernández. Ambos sancionados por Departamento de Estado y acusados de estar vinculados con el negocio del oro y el coltán extraído del “arco minero”. El objetivo del trabajo era explicar cómo invisibilizaron en las redes sociales, a estos personajes, utilizando compañías especializadas en hacer estas limpiezas.

El 7 de marzo de 2023, ese diario informó: “El Nacional y Armando.Info sufrieron ataques este lunes. Por espacio de poco más de 13 horas, desde las 9:00 am hasta las 10:15 pm, los periodistas de El Nacional no pudieron ingresar al sistema. El acceso fue restringido por el administrador del servidor donde se aloja, por una denuncia falsa hecha por plagio o robo de contenido”. La razón, se había reproducido un trabajo de investigación titulado “La larga tubería de unos empresarios que conduce a ellos mismos”, en el que se tejen sospechas sobre negocios que se están haciendo entre el régimen de Maduro y el presidente de Colombia, Gustavo Petro.

Según El Nacional, lo que ocurrió “es que una gente envía eso haciéndose pasar por la persona para activar el mecanismo de Digital Millennium Copyright Act (DMCA) y así obligar al servidor o a Google a tumbar el contenido. Es lo que se conoce como usurpación de identidad. Son métodos a los que acuden algunas empresas como Eliminalia, encargadas de limpiar el historial digital, lo hacen personeros ligados al gobierno de Nicolás Maduro. Los casos abundan. Y los ataques a los medios se multiplican”.

También ocurrió con la falsa información elaborada con herramientas de alta tecnología y expertos en redes, para construir la matriz positiva sobre los beneficios económicos que justificaron la inversión millonaria (en dólares) en la construcción de los estadios de La Rinconada y Macuto. Un equipo especializado en desmontar “fakes news”, descubrió que los periodistas y los canales de divulgación eran falsos, al igual que los supuestos ingresos y empleos generados.

Es la nueva modalidad informativa y coercitiva que peligrosamente utiliza el régimen para ocultar irregularidades, manipular los hechos, perseguir periodistas, cerrar medios (284 emisoras han cerrado 2003-2022) y limpiar imágenes de corruptos y genocidas vinculados con el régimen.

Pero el tema es poco discutido en la opinión pública, así como aparece el escándalo desaparece, sin que nada ocurra, en una sociedad aturdida por la volatilidad de los hechos y más preocupada por sobrevivir a la inflación y la inseguridad. Poco importa si las libertades están vulneradas o la república agoniza.

En ese ambiente anarquizado y violento, es difícil comprender la realidad, dice Luis Pérez. Más cuando los intereses se han fragmentado, generando ciudadanos y organizaciones irresponsables, situación que ahora demanda de una posición de sinceridad para revertir los errores y rescatar la democracia. “Es decir, llega un momento en que la perspectiva racional de lo que está sucediendo –por muy irracional que sea– ya dejó de tener sentido”, eso se ve en asuntos como el sufrimiento individual y grupal o en la huida del 20% de la población, sin que nadie, en especial la dirigencia, se haya “detenido a hacer autocrítica”.

La falta de sinceridad -advierte Pérez Oramas- conduce a la interrogante ¿hasta qué punto hemos sido cómplices en nuestro actuar como ciudadanos? Particularmente considera que Venezuela es una sociedad de cómplices, que repite errores históricos, no cree en la representatividad y se ha enfrascado en modelarse como pequeños fragmentos, iluminando diminutos espacios en la noche como las luciérnagas, que se reflejan en los “llamados partidos”, en la búsqueda de atajos -como ocurrió con Chávez – que  solo reproducen las malas experiencias, más cuando se tiene una “clase dirigente  con un alto grado de ignorancia que desprecia la representación, lo que ha provocado la destrucción de la república.

El politólogo, Ángel Álvarez, en Prodavinci (26-02-2023), analiza la pasividad de la oposición actual ante los desmanes que están ocurriendo. Cita el ejemplo de 1958, cuando Rómulo Betancourt (Acción Democrática) y el resto de los partidos -URD, Copei y Partido Comunista -logró desmontar el “canibalismo político”, en el que hubo heridos y muertos, con una agenda consensuada el 31 de octubre en el Pacto de Punto Fijo. Estableció los compromisos y reglas para consolidar la democracia.

Álvarez dice que de la ambigüedad de planteamientos e intereses que la oposición esgrime, de cara a las primarias, se deduce que “era algo que debía hacerse”, y que la actitud de los partidos, más que de lucha por rescatar la república, es de postración. Ni siquiera se han preocupado por buscar una agenda de consenso como se hizo en el 58. “No muestran a nadie capaz de pensar la Venezuela diferente y conducirla hacia el cambio”.

La antipolítica vigente, advierte el politólogo, ha generado la idea de “no hay partidos políticos”, hay unas franquicias con unos nombres. Pero no hay una estructura organizativa, tampoco disciplina partidista y organización del poder dentro del partido, generando un alto grado de fragmentación y pragmatismo, con un liderazgo que “muestra las mismas caras que veníamos viendo”.

El otro trabajo citado al inicio, está relacionado con el análisis de Thays Peñalver, que desmonta el discurso que esgrime triunfalmente el chavismo en sus 23 años. Señala que todos los aliados de Latinoamérica y África -principalmente- de Hugo Chávez están presos, huyendo, cuestionados o investigados por corrupción o genocidios.

Su legado es triste, escribe Peñalver, no sacó a los niños de la pobreza, los pobres de su legado transitan las peligrosas selvas del Darién rumbo a Estados Unidos de América, o inundan las calles de Colombia, Perú, Ecuador o Chile. Dejó al país tan prostrado que su mísero presupuesto es gastado en España en cuatro días y los españoles gastan más en sus mascotas, que lo que se invierte en educación y salud.

Mientras el venezolano aplaudía su suicidio asistido, con los subsidios y viajes con dólares preferenciales, dice Peñalver, se condenaba al 70% de la industria petrolera, dos tercios de los comercios, se cerraban 345 mil empresas, se destruían millones de empleos y se llevó al campo a la ruina con el pánico y las importaciones masivas. Cuando bajaron los precios del petróleo no existían ya más de la mitad de los empleos. “Apenas dieciséis meses después de su muerte, la economía había colapsado en 41% y faltaba otro tercio por estallar. Todo había sido una gran mentira soportada por el dinero de la lotería. Lo más dramático es el país que dejó atrás, es hoy el más indolente de su historia”.

Venezuela no se arregló, es un slogan vacío, escribe Peñalver, los sueldos son miserables, 7,5 millones de su gente huyó, la inflación destruyó varias veces la moneda nacional y “ahora vivimos en dólares”. El país se arregló para algunos que ya “les importa un comino lo que le ocurra a los demás”, porque se vive al grito de «sálvese quien pueda». La pobreza no se redujo, es la misma de 2018, antes del Covid cuando se incrementó, la remesa la llevó al mismo lugar de 2003 y 2018. “Los ranchos siguen allí, donde siempre, con la misma pobreza y con más gente”.

El escenario no es nada fácil para Venezuela, la presión sobre los medios de comunicación, portadores de la denuncia, es mayor ahora con las herramientas tecnológicas; el no pensarla diferente agrava su situación, más cuando la fragmentación, expresada en los intereses individuales o de ciertos grupos (políticos y económicos), impide hacerlo y limita sus posibilidades de crear agendas comunes, que impulsen cualquier escenario de cambio.

A pesar de todo lo complejo del escenario, dice Luis Pérez Oramas, las sociedades han demostrado que siempre se tiene una oportunidad, aunque esta llegue tarde, y las batallas perdidas hay que pelearlas. Las posibilidades nunca se agotan y hay que seguir desnudando al régimen y los políticos camaleónicos.


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