Hugo M. Delgado A. Periodista. Artículo publicado el 28 de enero de 2024 en www.venezuelausa.org
En época de “fakes news”, información mentirosa y manipulada, de modelos de redacción y lecturas cortas con mínima información y retrocesos en la comprensión de los contextos y tiempos en los que suceden los hechos. Ahora los retos de los periodistas son mayúsculos.
En Latinoamérica, los daños causados a uno de los pilares de su sistema democrático es peligroso. La verdad se vulnera constantemente generando consecuencias negativas en las instituciones que la sostienen. Este fenómeno impulsado por las élites políticas, económicas, culturales y educativas, causan el deterioro de la honestidad, la selección de la mejor idea para sustentar la toma de decisión y la credibilidad en organizaciones como los partidos políticos, el poder judicial y los organismos policiales y de seguridad, generando condiciones inestables en las naciones.
La inestabilidad provocada por el deterioro de la verdad, por ejemplo, genera desesperanza en los jóvenes y deseos de emigrar, sin importar que esa generación se pierda y el futuro del país desperdicie oportunidades para mejorar sus condiciones. Tamaño daño es impulsado por una mediocre dirigencia política, empresarios cegados por las ambiciones particulares y un sector educativo incapaz de interpretar los momentos y los tiempos, sesgado por ideologías perturbadoras que impiden la formación e integración plena a la sociedad de los educandos.
La complejidad del mundo de hoy da poco tiempo y espacio para reflexionar y dimensionar los fenómenos que ocurren en su interior. Contrario al reto que representa entender los fenómenos, los canales de información construyen discursos superficiales, que unidos a los cambios ocurridos en el ecosistema digital, han hecho que la generación del siglo XXI retroceda en la evolución positiva que la humanidad había mostrado en el transcurso de la historia.
En el caso del periodismo, es imperativa la necesidad de modificar sus objetivos formativos y de su ejercicio profesional, para mantener vigente y activo su rol social de interpretar los fenómenos que ocurren, digiriendo la información que se transmita para motivar a los jóvenes y hacerlos más activos en los procesos tecnológicos y de generación de conocimiento .
Una de las tendencias actuales es a crear el mito de la Inteligencia Artificial, sin detenerse a reflexionar sobre la información que circula en las redes y en quienes son los que alimentan los parámetros de estos novedosos sistemas que están cambiando la visión del mundo. En el caso de Latinoamérica, en estos nuevos escenarios las sociedades están asumiendo un rol pasivo, de asimilar los cambios no para nutrirla y adaptarla a sus necesidades, sino para aplicar las herramientas previamente desarrolladas en soluciones parciales y peligrosamente, por ejemplo, sustituir trabajadores para ahorrar costos sin medir las consecuencias sociales de estas prácticas.
Por otra parte, los periodistas están desarrollando prácticas que los están convirtiendo en “los tontos útiles de las sociedad”, porque simplemente se han dedicado a captar el hecho y divulgarlo con el mínimo criterio interpretativo que lo contextualice. Cuando se observan, por ejemplo, las declaraciones de la predominante dirigencia mediocre y corrupta que domina el panorama político del continente se observa que los principales diarios y portales informativos se centran en el hecho-espectáculo para captar “like”, “me gusta” o “seguidores”.
Un porcentaje alto de esa información solo divulga lo que el político mal intencionado busca: Ocupar la atención del receptor social. Si miente o no, poco importa, y tampoco el periodista hace el esfuerzo por determinar la veracidad del hecho, si viola la ley o no, etc. El profesional de la comunicación se convierte en “un tonto útil”, para quienes sí tienen claro sus objetivos.
Latinoamérica se ha vuelto una vorágine de mentiras, acentuadas por el protagonismo de los que se ubican en el espectro ideológico izquierdista, quienes falsamente han tomado el rol de mesías, las banderas de los pobres, el revanchismo histórico social y de todos los minúsculos intereses que se van presentando en la sociedad y cuya diversidad, contrariamente a defender a los grupos minoritarios, ha fragmentado los objetivos generales para diluirse en componendas de corrupción y de beneficios particulares, que provocan la dispersión de los recursos económicos y humanos, y la pérdida de oportunidades que podrían mejor desarrollo.
En ese contexto, los periodistas se enfrascan en críticas improductivas , roles de tontos útiles o simples cómplices del sistema. “Palangrear” ahora se justifica porque hay que ganar seguidores, si son editores de algún medio digital, o “ los influencer” ganan enormes fortunas por hablar de cualquier tema, sin conocer nada, no importa si se ocasiona o no daños en el colectivo. Lo importante es decir o informar algo sin el análisis o la verificación respectiva.
La transformación ocurrida en el ecosistema digital impactó al mundo de la comunicación social, inicialmente se apostaba por la democratización de la información, al conocimiento de los hechos al instante, la desconcentración de los grandes medios y su monopolio, pero eso también trajo consecuencias que en algún momento deberán disciplinarse, tal como está ocurriendo con la globalización. No todo es color de rosas, y cada avance tecnológico y social trae consecuencias que obligan a la sociedad a disciplinarlos, de lo contrario las consecuencias pueden resultar negativas. De esa realidad no escapa el periodismo.
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