Publicado en www.venezuelausa.org 18 de septiembre 2022.
Es contraproducente que sean los
venezolanos residenciados en Estados Unidos de América (EUA) quienes ataquen
despectivamente a sus propios coterráneos, que exponen sus vidas, soportan
humillaciones y las bajezas de la miseria humana de las autoridades de
distintos países por los que deben transitar, para alcanzar el anhelado sueño
americano. Es el eterno divisionismo que acompaña la historia de Venezuela, hoy
reflejado en una oposición poco interesada en enfrentar a su enemigo común: El
chavismo; y lo ocurrido con sus emigrantes en Norteamérica.
En medio de la
crisis que vive Venezuela hace poco más de dos décadas, los bajos instintos de
su sociedad ahora la dividen en buenos y malos, honestos y delincuentes, justos
e injustos, esta nueva ola que emigra desesperada y apoyada por amigos y
familiares ya residenciados en EUA, es la más humilde, en la que se
entremezclan venezolanos trabajadores, pero también bandidos de todo tipo
(corruptos y criminales).
Los mensajes en
las redes de quienes critican a la nueva ola, se creen dignos de vivir a EUA.
Se autoproclaman representantes de la identidad de “buena, honesta y
trabajadora”, porque tienen un título universitario o trabajaron en
organizaciones como Petróleos de Venezuela (Pdvsa), universidades prestigiosas o
grandes empresas privadas. Dicen que
lucharán por el prestigio ganado dignamente y que no permitirán que los
delincuentes que están “llegando en los últimos meses” afecten negativamente su
imagen.
Cabe recordarle
a estos “dignos personajes que defenderán la imagen de Venezuela”, que desde
los inicios del fatídico régimen chavista, empresarios enchufados, corruptos
del régimen y delincuentes comunes han salido con sus cuentas y bolsillos
llenos de dineros mal habidos, no solo hacia EUA, sino hacia Colombia, Ecuador,
Perú, Chile, Brasil, Argentina, Panamá, México y España, principalmente. En
todos esos países muchos criminales (incluyo a los que saquearon el erario
público porque generan más daños a la sociedad que el ladrón común) han sido
detenidos por sus fechorías y pagan cárcel como “no sucede en su país natal”.
Es decir que
buenos y malos hay en todas las llamadas olas migratorias que han salido de
Venezuela, cuya cifra preocupante ya suma casi 7 millones de personas según
estima la Organización de las Naciones Unidas. La misma EUA aprobó visas a
muchos ladrones de cuello blanco, empresarios delincuentes, sicarios y jefes de
mafias bastante conocidas –por ejemplo-, en el Zulia, como reseñó el portal
runrún.es el 16 de marzo de 2018, cuando las autoridades capturaron al
peligroso Tirso Meleán en la localidad de McAllen (Texas). La nota proseguía: “Tirso
Antonio es el hijo menor de Antonio “Antonito” Meleán, quien fue
asesinado en el año 2008 en el sector Indio Mara en la ciudad de Maracaibo. Luego
de la muerte de Antonito y de su tío Nelson, Tirso y su hermano, Willy Meleán,
asumieron el liderazgo de la organización criminal, fuentes policiales señalan
que no tenían un lugar de residencia fijo, se movilizaban entre los estados
andinos, Colombia y Panamá”.
Ya en la primera década del siglo XXI, la inversión de dineros rojitos, a través de empresarios, funcionarios públicos chavistas y opositores, banqueros extranjeros y venezolanos nutrieron las economías del estado de la Florida (EUA), Panamá, Colombia, España, Andorra y Suiza, entre otras. Entonces “los abanderados del prestigio venezolano”, no pueden decir que los delincuentes están llegando ahora porque son los que entran por México, luego de un largo y peligroso periplo que se inicia en la selva del Darién para luego entrar a Panamá y seguir por toda Centroamérica, hasta caer en las manos de las corruptas autoridades mexicanas y sus coyotes.
Esa
aventura en la que los venezolanos se juegan la vida debe ser dimensionada. No
se puede descalificar a la ligera y con cierta arrogancia a todos los que huyen
de Venezuela. Si lo hacen arriesgando familias completas es porque los
problemas estructurales del país están afectando lo más importante del ser humano:
sus aspiraciones. Eso contradice abiertamente “la normalidad” que tratan de
vender “los analistas económicos” y el régimen de Nicolás Maduro, solo porque
EUA y la comunidad internacional le dio “legalidad” o ahora venderán unos
barriles más de petróleo que solo llenarán los bolsillos y cuentas de sus
corruptos (o acaso no bastó con el billón de dólares que ingresaron y
dilapidaron).
Claro
que habrá una “mejoría” porque antes se producían menos de 500 barriles mensuales
de petróleo y los precios eran más bajos y ahora –gracias a la multinacional
Chevron-, aumentará a un millón y el valor es mayor. A esto se une la
normalización de las relaciones entre Colombia y Venezuela, que generará un
movimiento comercial (más importador que exportador porque la producción
nacional es nula) que abastecerá el mercado local. Pero resulta que este
“positivismo” no lo siente la población, he ahí la razón de la “huida”. Sin
esperanzas no se construye un país, y en las declaraciones recientes de uno de
los representantes opositores (Luis Emilio Rondón 14-09-2022) en las inútiles
conversaciones en México, dijo que tratarán una amplia agenda de asuntos, punto
de vista que indica una larga espera para solucionar los problemas comunes. Ya
lo decía en su reciente artículo (Cuatro puertas y una llave, El Nacional
16-09-2022) el padre SJ Luis Ugalde: “El grave enfermo nacional necesita
consensos claros, sencillos y sin rollos politiqueros”.
Sin
servicios óptimos de salud, educación, electricidad, aseo, vialidad y
telefonía. Sin seguridad personal y jurídica. Sin elecciones justas. Sin una
economía productiva y sueldos justos, ¿puede una sociedad tener “esperanzas y sueños”
?, es la pregunta que deben hacerse “los venezolanos defensores de la dignidad”
(una bandera que nadie les entregó), que hace varios años tomaron la decisión
de huir a EUA, y que ahora critican a quienes lo hacen. La diferencia con los supuestos
delincuentes entremezclados, es que si delinquen en EUA pagarán por sus actos,
cosa que no sucede en Venezuela.
La
reflexión del docente de la Universidad del Zulia, Ender Arenas, (17-09-2022)
es pertinente: “Debo puntualizar que no es que los venezolanos seamos unos
ángeles de pecho, no, para nada. Los hay malucos que hacen atrocidades donde
han llegado. Pero, primero, no son todos los que se comportan de manera
disfuncional, de hecho, es una minoría; segundo, la mayoría de los venezolanos
que han cruzado cualquier frontera le ha echado bolas no solo para integrarse
en países, de costumbres, idiomas y haceres diferentes, sino para aportar con
su trabajo y creatividad a la nueva situación donde están inmersos. Solo que
esos no producen las noticias que produce “el Tren de Aragua” o la banda de
“Los Maracuchos”, organizaciones transnacionales del crimen y por ella terminan
juzgando a la mayoría”.